Cada hombre “tiene una conciencia para ser en un cierto sentido 'rey', es decir, para ejercitar la gran dignidad humana de actuar según la recta conciencia, obrando el bien y evitando el mal”, explicó el Papa.
Cuando Salomón pide “un corazón dócil”, prosiguió el Pontífice, se refería, según la Biblia, no a un órgano concreto, sino “al centro de la persona, la sede se sus intenciones y de sus juicios. Podríamos decir: la conciencia”.
“Corazón dócil” significa “una conciencia que sabe escuchar, que es sensible a la voz de la verdad, y por esto es capaz de discernir el bien del mal”.
El ejemplo de Salomón, subrayó el Papa, “vale para cada hombre”, en el que debe formarse “una conciencia siempre abierta a la verdad y sensible a la justicia”.
“La conciencia moral presupone la capacidad de escuchar la voz de la verdad, de ser dóciles a sus indicaciones”, añadió.
Este discernimiento lo necesitan especialmente “las personas llamadas a tareas de gobierno tienen, naturalmente, una responsabilidad ulterior”, y que “por tanto – como enseña Salomón – tienen aún más necesidad de la ayuda de Dios”.
“Una mentalidad equivocada nos sugiere pedir a Dios cosas o condiciones favorables; en realidad, la verdadera calidad de nuestra vida y de la vida social depende de la recta conciencia de cada uno, de la capacidad de cada uno y de todos de reconocer el bien, separándolo del mal, y de buscar llevarlo a cabo con paciencia”, añadió.
Por último, propuso como modelo a la Virgen María, cuyo “corazón” fue “perfectamente dócil a la voluntad del Señor”.
“Aun siendo una persona humilde y sencilla, María es una reina a los ojos de Dios, y como tal la veneramos nosotros”, concluyó
Después, dirigiéndose a los peregrinos de habla hispana, subrayó “la importancia decisiva y suprema del Señor” en la vida de cada hombre, “invitándonos a supeditar todo lo demás a este inefable tesoro que Dios ha puesto en nosotros”.
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