Los obispos combonianos, el Padre General y la Madre General de los dos institutos combonianos, reunidos en Jerusalén del 21 al 30 de julio, movidos por la situación dramática en que vive la mayor parte de la población africana, decidieron al concluir su reunión preparar un comunicado a favor del continente africano flagelado y debilitado por carestías, guerras, violencias, pobreza, enfermedades, prepotencias y otras injusticias. A continuación publicamos la exhortación de los misioneros.
Nadie puede cerrar los ojos ante lo que allá está sucediendo. Todo se funda en la mentira. Sistemática es la falta de informaciones de lo que sucede en el sector extractivo y del abastecimiento de los recursos. Desconcertante es el desprecio por las condiciones de vida cada vez peores de las poblaciones ahí presentes. Arrogantes y violentas son las expropiaciones salvajes de tierras en detrimento de los más pobres, como es el caso de los campesinos. Numerosos son también los conflictos inmobiliarios y sociales con frecuentes pérdidas de vidas humanas. Gradual, la desaparición de los valores de la solidaridad en beneficio de una ganancia individual, desenfrenada y sin reglas. Impresionante el aumento de la corrupción a todos los niveles, a tal punto que hace mella y tergiversa la mentalidad de la gente. La degradación no es sólo social; es también ética y moral: aumenta en modo preocupante la prostitución, sobre todo entre los jóvenes; se dan situaciones de extrema debilidad de la familia afectada por casos de infidelidad cada vez más frecuente en detrimento de la mujer que es dejada sola; se da asimismo conflictos de competencia entre los padres y la dimisión de sus compromisos familiares y educativos, etc.
En semejante situación, como obispos misioneros combonianos, herederos de la sensibilidad de Comboni “por los más pobres y abandonados”, sentimos que la Iglesia no puede callar; que debe hablar. En nombre de Jesús de Nazaret, que en esta tierra de Palestina ha predicado el amor por los últimos, también a ella le compete el derecho de preguntarse y preguntar: “¿A quién pertenecen las riquezas naturales de África?” Para nosotros los obispos no hay duda de que pertenecen a las poblaciones africanas en su conjunto. Es necesaria pues una intervención de la Iglesia: “África se ha puesto ya en camino y la Iglesia se mueve con ella ofreciéndole la luz del Evangelio. Las aguas pueden ser borrascosas, pero con la mirada puesta en Cristo Señor llegaremos al puerto seguro de la justicia y de la paz” (Mensaje conclusivo del II Sínodo Africano, no. 42).
Mientras esperamos con confianza el mensaje de nuestro pastor, el papa Benedicto XVI, a África y al mundo, hacemos nuestro el llamamiento de los obispos, reunidos en el Sínodo para África de octubre del 2009: “A los grandes poderes de este mundo les dirigimos una súplica: Traten a África con respeto y dignidad” (id., no. 32)
Ver artículo completo:
http://www.comboni.org/contenuto/view/id/105564
V Encuentro de los obispos combonianos – Jerusalén 31-07-2011
Con África en el corazón
Con ocasión del encuentro en Jerusalén de nosotros obispos misioneros combonianos, procedentes de América Latina (3) y de África (9), presentes también el Padre General y la Madre General de los dos institutos combonianos, advertimos fuertemente la exigencia de lanzar un llamamiento en favor de África. Nos parece que África, por encima de sus posibilidades y de la inmensidad de sus riquezas naturales, sigue siendo el continente donde guerras, violencias, prepotencias, pobreza y enfermedades están al orden del día y se siguen creando situaciones crecientes de injusticias y de miseria cada vez más dramáticas si se les compara con el resto del mundo.Nadie puede cerrar los ojos ante lo que allá está sucediendo. Todo se funda en la mentira. Sistemática es la falta de informaciones de lo que sucede en el sector extractivo y del abastecimiento de los recursos. Desconcertante es el desprecio por las condiciones de vida cada vez peores de las poblaciones ahí presentes. Arrogantes y violentas son las expropiaciones salvajes de tierras en detrimento de los más pobres, como es el caso de los campesinos. Numerosos son también los conflictos inmobiliarios y sociales con frecuentes pérdidas de vidas humanas. Gradual, la desaparición de los valores de la solidaridad en beneficio de una ganancia individual, desenfrenada y sin reglas. Impresionante el aumento de la corrupción a todos los niveles, a tal punto que hace mella y tergiversa la mentalidad de la gente. La degradación no es sólo social; es también ética y moral: aumenta en modo preocupante la prostitución, sobre todo entre los jóvenes; se dan situaciones de extrema debilidad de la familia afectada por casos de infidelidad cada vez más frecuente en detrimento de la mujer que es dejada sola; se da asimismo conflictos de competencia entre los padres y la dimisión de sus compromisos familiares y educativos, etc.
En semejante situación, como obispos misioneros combonianos, herederos de la sensibilidad de Comboni “por los más pobres y abandonados”, sentimos que la Iglesia no puede callar; que debe hablar. En nombre de Jesús de Nazaret, que en esta tierra de Palestina ha predicado el amor por los últimos, también a ella le compete el derecho de preguntarse y preguntar: “¿A quién pertenecen las riquezas naturales de África?” Para nosotros los obispos no hay duda de que pertenecen a las poblaciones africanas en su conjunto. Es necesaria pues una intervención de la Iglesia: “África se ha puesto ya en camino y la Iglesia se mueve con ella ofreciéndole la luz del Evangelio. Las aguas pueden ser borrascosas, pero con la mirada puesta en Cristo Señor llegaremos al puerto seguro de la justicia y de la paz” (Mensaje conclusivo del II Sínodo Africano, no. 42).
Mientras esperamos con confianza el mensaje de nuestro pastor, el papa Benedicto XVI, a África y al mundo, hacemos nuestro el llamamiento de los obispos, reunidos en el Sínodo para África de octubre del 2009: “A los grandes poderes de este mundo les dirigimos una súplica: Traten a África con respeto y dignidad” (id., no. 32)
Ver artículo completo:
http://www.comboni.org/contenuto/view/id/105564
Comentarios